sábado, 29 de agosto de 2015

“Poema 20”

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir por ejemplo: “La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros a lo lejos."

El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito.  Ella me quiso, a veces yo también la quería, cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla la noche está estrellada y ella no está conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta.

A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca.

Mi corazón la busca y ella no está conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles, nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

Su voz, su cuerpo claro, sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero, es tan corto el amor y es tan largo el olvido.

Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque este sea el último dolor que ella me causa, y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Por:
Pablo Neruda

Caracas, Venezuela (28 de febrero de 1.959)

“Deseos”

Yo quisiera salvar esa distancia, ese abismo fatal que nos divide y embriagarme de amor con la fragancia mística y pura que tu ser despide.

Yo quisiera ser uno de los lazos con que decoras tus radiantes sienes; !yo quisiera en el cielo de tus brazos beber la gloria que en tus labios tienes… ¡

Yo quisiera ser agua y que en mis olas, que en mis olas vinieras a bañarte para poder como lo sueño a solas, a un mismo tiempo por doquier besarte.

Yo quisiera ser lino y en tu lecho, allá en las sombras, con ardor cubrirte temblar con los temblores de tu pecho y morir del placer de comprimirte.

¡Oh…¡ Yo quisiera mucho más … ¡ !Quisiera llevarte en mí como la nube el fuego, más no como la nube en su carreta para estallar y separarnos luego… ¡

Yo quisiera en mí mismo confundirte, confundirte en mí mismo y entrañarte, yo quisiera en perfume convertirte, convertirte en perfume y aspirarte.

Aspirarte en un soplo como esencia y unir a mi existencia tu existencia, y unir a mis sentidos tus sentidos.

Aspirarte en un soplo del ambiente y así verter sobre mi vida en calma, toda la llama de tu pecho ardiente y todo el éter de lo azul de tu alma.

Aspirarte, mujer… De ti llenarme. Y en ciego, y sordo, y mudo constituirme, y ciego, y sordo y mudo consagrarme al deleite supremo de sentirte, y la dicha suprema de adorarte.

Por:
Salvador Díaz Mirón.
Caracas, Venezuela (05 de Febrero de 1.959)

"Rosalinda"

Me voy con la tarde linda recordando a la mulata. Un soplo de brisa ingrata de la copla se me guinda… !Se llamaba Rosalinda… ¡ Un romance del jagüey, que en este llano sin ley se prendó de mis corríos, y entre amores y amoríos me la robé de un caney.
Tenía los senos bonitos como las rosas abiertas, su voz en las cosas yertas fue como el sol de los mitos. Era apretada de gritos cuando la tuve al encuentro; pulpa de amor era el centro de sus pupilas saltonas, como las frutas pintonas que dicen mucho por dentro.
Vino un joropo llanero, se puso lindo el caney. Yo jugué mi aragüaney, mi cobija y mi sombrero; perdí todo mi dinero --me quedé sin un centavo-y para sacarme el clavo con los nervios amargados, en la ley de un par de dados se la jugué a un indio bravo.
Se amontonaron los peones para ver quién la ganaba, cada fibra me saltaba de los soleados pulmones; se ovillaron mis canciones en los silencios ignotos, y dije entre sueños rotos: --Voy jugando a Rosalinda- !y el dado en la noche linda me devolvió mis corotos … ¡
Por:
Ernesto L. Rodríguez.     Caracas,Venezuela (20 de Marzo de 1.959)

“Ante la tumba de barrios”

No vengo a tu sepulcro a escarnecerte, no llega mi palabra vengadora ni a la viuda, ni al huérfano que llora, ni a los fríos despojos de la muerte.
Ya no puedes herir ni defenderte, ya tu sañapasó, pasó tu hora: solamente la historia tiene ahora derecho a condenarte o absolverte.
Yo que de tu implacable tiranía una víctima fui, yo que en mi encono quisiera maldecirte todavía.
No olvido que en un instante en tu abandono quisiste engrandecer la Patria mía, y en nombre de esa Patria te perdono… ¡

Por: Ismael Cerna.
Caracas, Venezuela (30 de Enero de 1.959)

“Si tú me quedaras ciegas”

Si tú te me quedaras ciega !Qué solícito amor sería yo a tus pies … ¡ Si tus ojos se me quedaran inmóviles en el tránsito dócil de nuestro beso, qué fiesta de caricias cuidadosas para la última imagen…¡

!Qué amanecer de voces cándidas en la primera noche de tus ojos perdidos… ¡ Recién nacida, entre mis brazos, serías mi pequeña discípula.

Amanecida frente a todas las cosas; desnuda de ignorancias como los niños, ensayarías tu andar por la casa con mi voz a tu lado mimándote el peligro.

Mi nueva vos domesticada y buena, voz de cada rincón vigilante, voz que cada cosa tendría que aprender para que tú pudieras verla.

!Si tú te me quedaras ciega, que casa hermosa te construiría mi voz … ¡ Alnohaditas blandas de sombras, cortinas leves en punto de brisa, jardín de rosas que supieran decir sus colores, y un balcón de aire, alto, para que aprendieras a exclamar sin amargura que la tarde está bella.

!Sí, las cosas serían ciegas ese día en que tú me confiaras tus ojos… ¡ y aquel total olvido de colores cansados, como si desecharas cintas ya desteñidas, y aquel bordar sin tregua: silencios y silencios, blancos, rosas, azules, --tus silencios risueños-como una madre joven en la que todavía quiere seguir soñando ternuras inocentes la novia.

Sumisión de tu gracia a mis ojos. Entrega temblorosa de todo lo que en ti fuera naciendo. Plenitud de no saber qué hacer con tanta dicha. !Qué espejo fiel de tu más simple gesto, qué vida de juguete entre tus manos buenas, sería yo para ti si algún día te me quedaras ciega… ¡

Por:

Héctor G. Villalobos.
Caracas,Venezuela (30 de Marzo de 1.959)

"Gratia plena"

Todo en ella encantaba, todo en ella atraía su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar…

El ingenio de Francia de su boca fluía. Era llena de gracia, como el Avemaría !Quien la vio no la pudo ya jamás olvidar…¡

Ingenua como el agua, diáfana como el día; rubia y nevada como Margarita sin par, al influjo de su alma celeste amanecía: era llena de gracia, como el Avemaría !Quien la vió no la pudo ya jamás olvidar… ¡

Cierta dulce y amable dignidad la investía de no sé qué prestigio lejano y singular, más que muchas princesas, princesa parecía: era llena de gracia como el Avemaría !Quien la vio no la pudo ya jamás olvidar… ¡

Yo gocé el privilegio de encontrarla en mi vía dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar, y cadencias arcanas halló mi poesía.

Era llena de gracia como el Avemaría !Quien la vio no la pudo ya jamás olvidar… ¡

!Cuánto, cuánto la quise… ¡ !Por diez años fue mía; pero flores tan bellas nunca pueden durar… ¡ Era llena de gracia como el Avemaría; y a la fuente de gracia, de donde procedía, se volvió… como gota que se vuelve a la mar… ¡

  
Por: Amado Nervo.
Caracas, Venezuela (27 de Febrero de 1.959)

"Así te quiero"

El día trece de Julio yo me tropecé contigo. Las campanas de mi frente, amargas de bronce antiguo, dieron al viento tu nombre en repique de delirio.

Mi corazón de madera muerto de flor y de nidos, floreció en un verde nuevo de naranjos y de gritos, y por mi sangre corrió un toro de escalofrío, que me dejó traspasado en la plaza del suspiro.

¡Ay trece, trece de Julio, cuando me encontré contigo¡ !Ay, tus ojos de manzana y tus labios de cuchillo y las nueve, nueve letras de tu nombre sobre el mío que borraron diferencias de linaje y apellido¡

!Bendita sea la madre, la madre que te ha parido, porque sólo te parió, para darme a mí un Jacinto, y se quedó sin jardines porque yo tuviera el mío¡

¿Quieres que me abra las venas para ver si doy contigo? !Pídemelo y al momento seré un clavel amarillo¡ ¿Quieres que vaya descalzo llamando por los postigos?

!Dímelo y no habrá aldabón que no responda a mi brío¡ ¿Quieres que cuente la arena de los arroyos más finos?

Haré lo que se te antoje: lo que mande tu capricho, que es mi corazón cometa y está en tu mano el ovillo: que es mi sinrazón campana y tu voluntad sonido.

Nunca quise a nadie así: voy borracho de cariño, desnudo de conveniencias y abroquelado de ritmos como un Quijote de luna con armadura de lirios…

Te quiero de madrugada, cuando la noche y el trigo hablan de amor a la sombra morena de los olivos; te quiero al atardecer cuando se callan los niños y las mocitas esperan en los balcones dormidos; te quiero siempre: mañana, tarde, noche…

 !Por los siglos, de los siglos¡ !Amén¡ Te querré constante y sumiso, y cuando ya me haya muerto antes que llegue tu olvido, por la savia de un ciprés subiré delgado y lírico, hecho solamente voz para decirte en un grito: ¡Te quiero¡ ¡Te quiero muerto igual que te quise vivo¡.


Por: Rafael De León
Caracas,Venezuela (06 de febrero de 1.959)

"Ejemplo"

Venga p!acá m!hija. No me tenga miedo. Venga que su tata no va a castigarla ni v!echarle en cara tampoco lo que hizo, porque sabe cierto que no jué por mala.

Ya basta de yantos. Míreme de frente. No tenga vergüenza de amostrar la cara, que no es un delito darse por cariño, y sentirse madre no es nunca una falta.

Venga y deame un beso. Su tata compriende que usté ha cáido m!hija, lo mesmo que tantas que siendo incocentes, y humildes y güenas, s!entriegan enteras, en cuerpo y en alma.

Moso él, usté masa, los dos juertes, sanos, yenitos de vida recién aclarada, no vido el querencia mejor que sus brazos ni usté sol más lindo que el de sus miradas.

Campiando ese cielo que tuitos campiamos –yevandol ¡e vaquianas a las esperanzas-creyeron hayarlo juntando sus bocas, y prendieron besos palque se estreyara.

Vino la dentrada de la primavera; lucieron los cardos sus flores moradas; bordonió el sumbido de los mangangases y hubo contrapuntos de roncas chicharras.

Nació en los yuyales un aroma nuevo qu!el viento, travieso, mojó en las cañadas; rosaos macachines garugó l!aurora y en los espiniyos colgó el sol sus brasas.

Se oyó en las cuchiyas relinchar los potros qu!iban retosando tras de la yeguada; y olfatiando el aire, y descarbando el suelo, con ansia salvaje baló la torada.

Se vido a los pájaros andar en parejas, juntitos los picos, abiertas las alas, amostrando a tuitos su amor baruyento, madurao a cielo, sol desnudo y alba…

Y ustedes sintieron juego en las arterias; cada beso, entonces, jué como una brasa; les hirvió po!andentro la juersa!el instinto, y ansina cumplieron la ley más sagrada.

!No yore, canejo… ¡ !Si tata Dios hizo al macho y la hembra pa!que se ajuntaran, y el cristiano, mesmo que cualquiera bicho,  debe hacer las cosas que Tata Dios manda…¡

No l! importe m!hija qu!el pago mermure y ensucén su nombre los que la creen mala. !Pior que usté son esas que matan sus crías pa!poder ansina seguir siendo honradas … ¡

Cuando nasca su hijo, ¡que lo sepan tuitos…! ¡mamará en sus pechos, dormirá en su falda; será su cachorro, nomás ande quiera, pues ser madre m!hija, !No es nunca una falta… ¡



Por: Serafin J. Garcia.-
Caracas, Venezuela (21 de Febrero de 1.959)

"Los Motivos del lobo"

El varón que tiene corazón de lis, alma de querube, lengua celestial, el mínimo y dulce Francisco de Asís, está con un rudo y torvo animal, bestia temerosa, de sangre y de robo, las fauces de furia, los ojos de mal: el lobo de Gubia, el terrible lobo. Rabioso, ha asolado los alrededores; cruel, ha deshecho todos los rebaños; devoró corderos, devoró pastores: y son incontables sus muertes y daños.

Fuertes cazadores armados de hierros fueron destrozados. Los duros colmillos dieron cuenta de los más bravos perros, como de cabritos y de corderillos.Francisco salió: al lobo buscó en su madriguera. Cerca de la cueva encontró a la fiera enorme, que al verle se lanzó feroz contra él. Francisco, con su dulce voz, alzando la mano, el lobo furioso dijo:--¡Paz, hermano lobo! 

El animal contempló al varón de tosco sayal, dejó su aire arisco, cerró las abiertas fauces agresivas, y dijo: --¡Está bien, hermano Francisco¡--¡Cómo¡ --exclamó el santo-- ¿es el que tú vivas de horror y de muerte? La sangre que vierte tu hocico diabólico, el duelo y espanto que esparces, el llanto de los campesinos, el grito, el dolor de tanta criatura de Nuestro Señor. ¿No han de contener tu encono infernal? ¿Vienes del infierno? ¿Te ha infudido acaso tu rencor eterno Luzbel o Belial?


Y el gran lobo, humilde: --¡Es duro el invierno y es horrible el hambre! En el bosque helado no hallé qué comer; y busqué el ganado, y en veces comí ganado y pastor. ¿La sangre? Yo vi más de un cazador sobre su caballo llevando el azor al puño; o correr tras el jabalí, el oso o el ciervo; y a más de uno vi mancharse de sangre, herir, torturar, de las roncas trompas al sordo clamor, a los animales de Nuestro Señor.

Y no era por hambre, que iban a cazar. Francisco responde: --En el hombre existe mala levadura. Cuando nace viene con pecado. Es triste. Más el alma simple de la bestia es pura.  Tú vas a tener desde hoy qué comer.

Dejarás en paz rebaños y gente en este país. !Que Dios melifique tu ser montaraz¡ --Está bien, hermano Francisco de Asís. --Ante el Señor, que todo ata y desata, en fe de promesa tiéndeme la pata.

El Lobo tendió la pata al hermano de Asís, que a su vez le alargó la mano. Fueron a la aldea. La gente veía y lo que miraba casi no creía. Tras del religioso iba el lobo fiero, y, baja la testa, quieto le seguía como un can de casa, o como un cordero. Francisco llamó a la gente a la plaza y allí predicó, y dijo:--He aquí una amable caza.

El hermano lobo se viene conmigo: me juró no ser ya nuestro enemigo y no repetir su ataque sangriento. Vosotros, en cambio, daréis su alimento a la pobre bestia de Dios. lAsí sea¡ Contestó la gente toda de la aldea. Y luego, en señal de contentamiento movió testa y cola el buen animal, y entró con Francisco de Asís al convento.

Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo en el santo asilo. Sus vastas orejas los salmos oían y los claros ojos se le humedecían. Aprendió mil gracias y hacia mil juegos cuando a la cocina iba con los legos.

Y cuando Francisco su oración hacía, el lobo las pobres sandalias lamía. Salía a la calle, iba por el monte, descendía al valle, entraba a las casa y le daban algo de comer. Mirábanle como a un manso galgo. Un día. Francisco se ausentó. Y el lobo dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo, desapareció, torno a la montaña, y recomenzaron su aullido y su saña.

Otra vez sintióse el temor, la alarma, entre los vecinos y entre los pastores: colmaba el espanto los alrededores: de nada servían el valor y el arma, pues la bestia fiera no dio tregua a su furor jamás, como si tuviera fuego de Moloch y de Satanás.

Cuando volvió al pueblo el divino santo, todos lo buscaron con quejas y llanto, y con mil querellas dieron testimonio de lo que sufrían y perdían tanto por aquel infame lobo del demonio.

Francisco de Asís se puso severo. Se fue a la montaña a buscar al falso lobo carnicero. Y junto a su cueva halló a la alimaña. --En nombre del Padre del sacro universo, conjúrote --dijo--. ¡oh, lobo perverso!, a que me respondas: ¿por qué has vuelto al mal? Contesta. Te escucho. Como en sorda lucha habló el animal, la boca espumosa y ojo fatal: --Hermano Francisco, no te acerques mucho… Yo estaba tranquilo allá, en el convento: al pueblo salía, y si algo me daban estaba contento y manso comía.

Más empecé a ver que en todas las casa estaba la Envidia, la Saña, la Ira, y en todos los rostros ardían las brasas de odio, de lujuria, de infamia y mentira, Hermano a hermanos hacían la guerra,  perdían los débiles, ganaban los malos, hembra y macho eran como perro y perra, y un buen día todos me dieron de palos.

Me vieron humilde, lamía las manos y los pies. Seguía tus sagradas leyes, todas las criaturas eran mis hermanos, los hermanos hombres, los hermanos bueyes, hermanas estrellas y hermanos gusanos. Y así me apalearon y me echaron fuera, y su risa fue como un agua hirviente, y entre mis entrañas revivió la fiera, y me sentí lobo malo de repente, más siempre mejor que esa mala gente.

Y recomencé a luchar aquí, a me defender y a me alimentar, como el oso hace, como el jabalí, que para vivir tienen que matar. Déjame en el monte, déjame en el risco, déjame existir en mi libertad, vete a tu convento, hermano Francisco, sigue tu camino y tu santidad.
El santo de Asís no le dijo nada. Le miró con una profunda mirada, y partió con lágrimas y con desconsuelos, y habló al Dios eterno con su corazón. El viento del bosque llevó su oración, que era: Padre nuestro, que estás en los cielos…


Por: Rubén Darío.
Caracas, Venezuela (06 de Febrero de 2.015)



"La Leyenda del Horcón"

Llovía torrencialmente y en la estancia del Horcón, como adornando el fogón estaba toda la gente. Dijo un viejo de repente: “Les voy a contar un cuento”. Aura que el agua y el viento traín a la memoria mía cosas que naide sabía y que yo diré al momento.

Tal vez tengan que luchar con más de un inconveniente pa'que resista la mente el cuento sin lagrimear, pero Dios que supo dar paciencia a mi corazón tal vez venga esta ocasión a alumbrar con su reflejo el alma de un gaucho viejo que ya lo espera el cajón.

No se asusten si mi cuento les recuerda en este día algo que ya no podía ocultar mi sentimiento. Vuelquen todos un momento la memoria en el pasao que allí verán retratao con tuitos sus pormenores una tragedia de amores que el silencio ha sepultao.

Hay cosas que yo no puedo detallar como es debido, unas, porque se han perdido y otras porque tengo miedo; pero ya que en el enriedo los metí, pido atención, que, si la imaginación me ayuda en este momento conocerán por mi cuento “La leyenda del Horcón”.

Alcancenmén un amargo pa'que suavice mi pecho, que voy a dentrar derecho al asunto porque es largo; haré juerza sin embargo pa'llegar hasta el final y si atiende cada cual con espíritu sereno, verán como un hombre güeno llegó a hacerse criminal.

Setenta años, quién diría que vivo aquí en estos pagos sin conocer más halagos que la gran tristeza mía; setenta años no es un día, pueden tenerlo por cierto, pues si mis dichas han muerto aura tengo la virtud de ser pa' esta juventud lo mesmo que un libro abierto.

Iban a golpear las manos por lo que el viejo decía pero una lágrima fría los detuvo a los paisanos; --hay sentimientos humanos-- dijo el viejo conmovido que los años con su ruido no borran de mi memoria y este cuento es una historia que pa'mí no tiene olvido.

Allá en mis años de mozo, y perdonen la distancia, sucedió que en esta estancia hubo un crimen misterioso. En un alazán precioso llegó aquí un desconocido mozo lindo, muy cumplido que al hablar con el patrón quedó en la estancia de pión siendo después muy querido.

Al poco tiempo nomás, el amor lo picotió y el mocito se casó con la hija del capatáz; todo marchaba al compás de la dicha y del amor y pa'grandeza mayor Dios le mandó un cariño, un blanco y hermoso niño más bonito que una flor.


Iban pasando los años muy felices en su choza, ella alegre y güena moza él juerte y sin desengaños. Pero, misterios extraños, llegaron… y la traición deshizo del mocetón sus más queridos anhelos y el fantasma de los celos se clavó en su corazón.

Aguantó el hombre callao hasta dar con la evidencia y un día fingió una ausencia que jamás había pensao. Dijo que tenía un ganao que llevar pa'la tablada, que era una güena bolada pá ganarse algunos pesos y así entre risas y besos se despidió de su amada.

A la una de la mañana del otro día justamente llegó el hombre de repente convertido en fiera humana; de un golpe echó la ventana contra el suelo en mil pedazos y avanzando a grandes pasos, ciego de rabia y dolor, vido que su único amor descansaba en otros brazos.

Como un sordo movimiento en seguida se sintió, después un cuerpo cayó y otro cuerpo en el momento ni un quejido, ni un lamento, salió de la habitación, y pa'concluir su misión cuando los vió dijuntos los enterró a los dos juntos donde hoy está ese horcón.

En la estancia se sabía que la ingrata lo engañaba pero a el naide le contaba la disgracia en que vivía, por eso la polecía no hizo caso mayormente, pues dijeron: la inocente se jué con su gavilán… y en cambio los dos están descansando eternamente.

!Ahijuna¡ gritó un paisano si es así lo que habla el viejo, ¡ese era un mahco, canejo¡ !yo le besaría la mano… ¡Yo soy·¡--le gritó el anciano. lVenga m!hijo, bésame… ¡ Yo juí m!hijo el que maté a tu madre disgraciada porque en la cama abrazada con otro la encontré¡

--Hizo bien, tata querido-gritó el hijo sin encono venga viejo lo perdono, por lo tanto que ha sufrido: pero áura tata le pido que no la maldiga más, que si jué mala y audaz por mí, perdónela padre, que una madre, siempre es madre !déjela que duerma en paz… ¡

Los dos hombres se abrazaron como nunca lo habían hecho, juntando pecho con pecho como dos niños lloraron, padre e hijo se besaron pero con tal sentimiento, que el humano pensamiento no puede pintar ahora la escena conmovedora de aquel trágico momento.

Los ojos de aquella gente con el llanto se inundaron y todos mudos quedaron bajo un silencio imponente, volvió a decir nuevamente, allí están en el horcón y poniendo el corazón el anciano en lo que dijo, le pidió perdón al hijo y el hijo le dió perdón.

Por:
Juan Pablo López
Caracas, Venezuela (18 de Febrero de 1.959)

jueves, 6 de agosto de 2015

"Nocturno de un amor imposible"

Esta noche me he sentido muy triste...
He pesando en ti largamente...
Intensamente...
Fíjamente...

He volcado en mi soledad el rosario de recuerdos que me hablaban de ti... 
Esta noche tan fantásticamente bella, tan bañada de luna y tan poblada de estrellas...

Aquí...Mirando a través de tus miradas distantes
veo tus gestos, en los gestos de la brisa...

De esa brisa: cabalgadura de ilusiones, de ensueños y de esperanzas...

He repetido tu nombre en la voz del silencio, de ese silencio que en mi soledad te nombra:
porque tú eras de silencio, eras calladas de ilusiones, perdida de distancias y velada de sombras...

A veces en mis sueños te pienso como hecha de cielo;
Azul...
Imposible...
Lejana...

Como si me hubieran robado el derecho de amarte,
de quererte lejana, perdida...
¡Pero es sueño..!
Sé que vives y que me recuerdas, a veces:
Me recuerdas callada... taciturno...
Amándote como hoy...como ayer...¡Cómo mañana!

FUENTE:

Por: Hernán Osorio
Caracas, Venezuela (03 de Marzo de 1.959)