martes, 8 de septiembre de 2015

"Echando cocos"

Es un decir en la aldea
que el coco de Juan Palomo
no le lastiman el lomo
ni se le gana pelea.

Que se quiten esa idea.
Yo nunca a nadie provoco
pero aunque me gusta poco
decir lo que ya presiento
va a saber los del cuento
cómo se quiebra ese coco.

Se llena la pulpería,
el silencio gime ausente,
y en los ojos de la gente
pega saltos la alegría.

Como un reto a mi osadía
Palomo frunce la cara.
Su voz me revienta clara
cuando a servir lo provoco:
¡Si eso no parece un coco
si no una pobre tapara…!

El puño en guardia retiro
para caerle al contrario.
Hay mofa en el comentario
mientras nervioso respiro.

Mi coco sacude un tiro
que al otro le causa estrago.
Ya ese golpe no lo pago,
nadie me cobra la cuenta.

Y en el chorro que revienta
muere la sed trago a trago.
Siento la gloria más honda
cuando a la puerta me asomo.

Tú, la mujer de Palomo,
flor de ternura y redonda,
pasas alegre y oronda
bajo la paz de la aldea.

Guapo tu pecho flamea
su gracia nos vuelve locos
y un par de trémulos cocos
me van pidiendo pelea.

Por:
Ernesto L. Rodríguez.

Caracas, 15 de Marzo de 1.959

1 comentario:

  1. Hola. Solo un aporte. Agrupa los versos en grupos de diez, porque estas son décimas, décimas espinelas para ser más exactos. Saludos

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